24 de agosto de 2007

¿EXCLUSIVISMO RELIGIOSO?




Por: Rev. Luis A. Leiva Zurita*

Amós 3:3 "¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?".

INTRODUCCIÓN

En más de una oportunidad, los cristianos evangélicos fundamentalistas hemos sido tildados, de orgullosos, peleadores, obstinados, e incluso, precursores de la división entre las iglesias, por el hecho de hablar y denunciar, muchas de las falsedades que están siendo introducidas en las Iglesias Evangélicas de nuestro país. Es más… en cierta oportunidad oí por radio decir, que “los fundamentalistas eran obstinados en creerse dueños de la verdad absoluta”.

¿Somos dueños de la verdad absoluta?, ¿Son los líderes de la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF) o las iglesias que la componen, dueños de la verdad?. La verdad y los buenos consejos se encuentran en La Palabra de Dios, en nuestra Biblia; a ella escucharemos y en ella nos basaremos para analizar este tema.

1. ¿Es necesario separarnos?

El día que aceptamos al Señor como el único y suficiente Salvador de nuestra vida, fuimos transformados y hechos una “nueva criatura”, una nueva persona, (2ª Corintios 5:17), por lo tanto, las cosas viejas pasaron… ¿qué cosas? …. nuestros pecados, nuestros malos hábitos, nuestros intereses ambiciosos y egoístas. Todo esto ha quedado atrás para dar paso ahora, a una fe verdadera, a un crecer espiritual, a un anhelo de trabajar por la causa del evangelio, para llegar con esta verdad a cuantos sea posible, para que el mundo también conozca a este maravilloso Salvador. Ser una nueva criatura, un nuevo hombre y una nueva mujer en Cristo, implica una separación.

1.1 Porque es una orden

Esta separación no es cosa de que nos guste o no nos guste hacerlo. Es una orden que nuestro Dios nos da en Su Palabra: 2ª Corintios 6:14 “No os juntéis en yugo con los infieles…” y más adelante, en el versículo 17 nos dice: “...Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor”.

No vemos en estos versículos un tono de súplica; el Señor en Su Palabra no nos esta pidiendo “por favor” que nos apartemos: está ordenando que el cristiano que le ama, que la iglesia fiel, se aparte de todo aquello que es perjudicial para su vida.

La pregunta que Jehová Dios hizo a Israel y que hoy nos formula también a nosotros, es: ¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de concierto?, ¿puede existir una verdadera unión entre dos personas si no hay entendimiento entre ambos?, ¿puede realizarse algo bueno si no hay unidad y cohesión entre las partes?

La respuesta es: No, es imposible que los polos opuestos logren alguna vez unirse.
tan opuestos como la justicia con la injusticia y la luz con las tinieblas, es el cristiano fiel que ama a su Señor con la amistad y simpatía con el mundo y el gobernante de las tinieblas.

Es por eso que el llamado a apartarnos no es cosa de gusto o cosa de antojo por parte de nuestro Dios. El conoce perfectamente lo que nos conviene y lo que es mejor para su obra.

1.2. Porque somos Templo de Dios

2ª Corintios 6:16 nos dice: “...porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo…”

Cuando creímos en Cristo, el poder regenerador de Dios obró en nuestras vidas, así lo manifiesta Tito 3:5: “No por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, mas por su misericordia nos salvó, por el lavacro de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo”. No fue obra nuestra, sino el poder de nuestro Padre Celestial, por lo tanto fuimos declarados “limpios” y aceptos ante su presencia. Por eso es que Pedro nos llama “real sacerdocio y gente santa” (1ª Pedro 2:9). Porque hemos sido apartados del mal para servir a quien nos ha redimido, llevando su verdad a quienes están en tinieblas. “Gente santa” implica un pueblo apartado, viviendo en santidad. Quien vive en santidad, vive apartado del pecado y todas sus manifestaciones, quien lleva una vida apartada de las influencias del mundo, es templo del Dios viviente.

Es ahí donde habita Dios, en corazones limpios y sinceros, en vidas regeneradas.
¿queremos sinceramente que el Espíritu de Dios haga morada en nuestro ser?, ¿queremos ser templos del Dios viviente?, si la respuesta es afirmativa, entonces la orden para el cristiano es: Apartaos.

Debemos separarnos pero…

2. ¿Separarnos de qué?
Un viejo adagio de probada sensatez dice: “Mas vale prevenir que curar” y en medicina esto se practica constantemente; por ejemplo: Los niños al nacer son inmediatamente vacunados contra enfermedades conocidas que su cuerpo podría adquirir. De esta manera se tiene la seguridad de que el riesgo de contagio será mínimo o posiblemente ninguno.

En estos días, el pueblo cristiano en general, se halla expuesto a una diversidad de contagios ideológicos, de costumbres y hábitos perjudiciales para su crecimiento. Es cosa que miremos a nuestro alrededor y observemos cómo muchas congregaciones están dejando entrar ideas, conceptos, formas y costumbres sin asidero bíblico.

2.1 Los Contagios
Últimamente se puede ver una enorme adicción a todo aquello que implique innovar. Nuevas formas de culto, nuevas formas de alabanza, nuevas técnicas de evangelización, novedosos métodos para levantar el nivel espiritual. Hoy, en la llamada “psicología cristiana”, se cree más a las capacidades del hombre que al poder de Dios.

Hay muchos que creen que el culto serio y solemne ya es cosa del pasado, y por lo tanto debe darse paso a expresiones más libres, para así dejar - según ellos - más libertad al Espíritu. Sin embargo el apóstol Pablo nos recuerda que “Empero hágase todo decentemente y con orden” 1ª Corintios 14:40. Y para hacer las cosas con orden debe haber entendimiento; deben analizarse y evaluarse las cosas para definir si es de edificación para la iglesia o no. “¿Qué pues? Oraré con el espíritu, mas oraré también con entendimiento; cantaré con el espíritu, mas cantaré también con entendimiento” 1ª Corintios 14:15.

También se está utilizando en esta misma línea, las alabanzas denominadas “de Adoración”. No se si corresponde a una nueva estructura de himnología, porque tal vez con el paso del años muchas pasen a ser parte de alabanzas tradicionales, como lo fueron en su tiempo aquellas alabanzas que hoy componen nuestro himnario. El problema es que hasta el día en que terminé de escribir este tema, ninguna persona que entrevisté y que me habían manifestado su gusto y preferencia por la música de “alabanza y adoración” supo darme una respuesta concreta y creíble. Sólo les gustan y les llaman así, pero no saben por qué.

Sobre las técnicas de evangelización, mucho se puede decir, y estamos de acuerdo que hay unas más eficaces que otras. Pero hoy se ha llegado al punto de recurrir a las más diversas tácticas y formas para “atraer” a las personas, cayendo muchas de ellas en lo que hoy conocemos como el “Evangelio de Entretención”, donde es más importante entretener a las personas que hacerles ver su condición de pecadores y la necesidad de arrepentirse. Donde la calidad del espectáculo es más relevante que el contenido bíblico y doctrinal que pueda presentarse. Todo esto lo realizan – según dicen - con el fin de “llegar con el evangelio al mundo”, sin darse cuenta que en la práctica, lo que están haciendo es “traer el mundo a la iglesia”.

No vemos en esto una seriedad y respecto para con Nuestro Señor y Su palabra, mas bien, vemos una liviandad, otros intereses y falta de conocimiento de las escrituras.

Lo que en muchas iglesias se impone hoy, no es el consejo de la Palabra de Dios, sino la moda. Moda en la Biblia que se usa, en las alabanzas que se entonan, en las “frases Cliché” que andan en labios de la hermandad. ¿No es todo esto para que nos preocupemos, para que nos miremos en primer lugar nosotros mismos y miremos también nuestras congregaciones?

Quizá para alguno, esto resulte nuevo, pero la verdad, mis queridos hermanos, que todo lo antes descrito es producto del descuido de los cristianos, porque Dios en Su Palabra ya nos ha advertido al respecto, Gálatas 1:7 “No que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el evangelio de Cristo”.

Parece ser que a muchos les ha gustado las palabras del apóstol Pablo en 1ª Corintios 10:23 “Todo me es lícito...” y se han lanzado a buscar y aceptar todo cuanto les parezca bueno para introducirlo en las iglesias, claro según el parecer de ellos. Pero se olvidan de leer la continuación del versículo, que dice “Todo me es lícito, mas no todo conviene, todo me es lícito, mas no todo edifica”.

Quizá todas estas cosas resulten para muchos algo repetitivo. Pero es necesario hermanos volver a recordarlas, debido a que detrás de todas las cosas siempre hay objetivos e intereses, y por supuesto debe haber alguien moviendo las cosas para que dichos objetivos e intereses se cumplan. ¿y quién está detrás de todo esto que recién hemos visto?, nuestro adversario el Diablo, que valiéndose de sus múltiples disfraces ha utilizado medios, formas y métodos para engañar sutilmente a los cristianos. Y no solo en el pasado, también hoy lo está haciendo y en el futuro lo hará con mayor fuerza y cada vez menos encubierto.

Habiendo analizado el por qué es necesario separarnos de todo tipo de contagio de las tinieblas, podemos entonces formularnos la siguiente pregunta:
3. ¿Exclusivismo o nuestra responsabilidad?
La palabra Exclusivismo hace referencia a la obstinada adhesión a una persona, una cosa o una idea, sin prestar atención a las demás que deben ser tenidas en cuenta. Y la palabra Exclusivo tiene que ver con que es único, sólo, y que excluye a los demás. (Diccionario De la Lengua Española, R.A.E., Vigésima Primera edición, 1992).

Por lo tanto, afirmar que en nuestro medio existe un exclusivismo religioso, sería decir, que nos creemos dueños absolutos, de la verdad que rige todo lo relacionado con la parte espiritual y moral del ser humano. Que no tomamos en cuenta las demás opiniones y puntos de vista y que por lo tanto las hacemos a un lado sin darle la más mínima importancia.

Somos conocedores de la verdad, ¡sí!… hemos sido iluminados por el Espíritu Santo y tenemos el privilegio de poder comprender lo que las escrituras nos revelan respecto, a las verdades que Dios ha querido que el ser humano conozca y entienda. Y no podemos llamar a esto una exclusividad, pues Dios, es un Dios justo y no dejó Su palabra para unos pocos, sino, para toda la raza humana. Claro que nos regocijamos cuando leemos en Lucas 10:21 “Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te agradó”.
Nos alegramos, como se alegró nuestro Señor, porque hemos comprendido el maravilloso privilegio de poder tener acceso a las verdades Bíblicas, poder comprenderlas y practicarlas. Pero el tener esta bendición, no nos debe llevar a tomar actitudes orgullosas o jactanciosas, pues Su palabra nos recuerda que “...Toda jactancia semejante es mala” y si hubiese algo de que gloriarnos, no es precisamente de nuestros conocimientos ni nuestras actitudes, “Mas el que se gloría, gloríese en el Señor”, 2ª Corintios 10:17.

Por lo tanto, si somos conocedores de la verdad (La Palabra de Dios), si por esta verdad nos damos cuenta que la iglesia de hoy, que los cristianos de hoy, están cayendo en serios peligros, en mortales trampas tendidas por Satanás, buscando la unión con formas y organismos que los llevarán derecho a una apostasía… entonces… ¿qué debemos hacer? ¿mantenernos indiferentes?, ¿podremos ser capaces de vendar nuestros ojos y tapar nuestra boca para no denunciarles el peligro en que se encuentran?.

Spurgeon dijo: “No propagues el error tratando de combatirlo”, algunos insisten en tener en cuenta este consejo, pero la exagerada prudencia, hace que muchos se vuelvan complacientes con las equivocaciones en las que están cayendo hoy muchos cristianos. Pero creo que más que prudencia, muchos cristianos y en especial muchos líderes, se escudan en la prudencia, para no transformarse en personas impopulares dentro de sus congregaciones, volviéndose permisivos con cuanta cosa sus miembros encuentren atractivas introduciéndolas así en sus iglesias.

Si vemos el peligro y no lo denunciamos, nos volvemos cómplices de aquello y no solo eso, sino que tendremos que sufrir las consecuencias. Por lo tanto, y como dijimos anteriormente, no es cosa de antojo o cosa de gusto el insistir, en que la iglesia debe alejarse de todo aquello que no es de Dios; sino, una orden y nuestra responsabilidad.

Nuestra responsabilidad, porque hemos sido “llamados de las tinieblas a la luz admirable”, por lo tanto ahora “andamos en luz” y nuestro deber es “Ser luz en medio de las tinieblas” y no “confundirnos con las tinieblas”.

Es nuestra responsabilidad, porque así lo demanda el amor a aquel que nos redimió en la cruz. El profeta Jeremías cansado de la impopularidad y afrentas que le ocasionaba, denunciar al pueblo y al rey los pecados en que habían incurrido, hablando duramente lo que Dios le había ordenado; tomó la determinación de no hablar y denunciar más la Palabra de Dios. Trabajó y se esforzó por no hacerlo, pero le fue imposible (Jeremías 20:9).

Por más que busquemos excusas; por más que queramos tapar nuestra boca para no denunciar los errores, no tenemos disculpa alguna. Si amamos a nuestro Señor, si amamos a nuestros hermanos en Cristo, debemos ser leales y mostrar con claridad, a quienes insisten en buscar la comunión con las cosas de este mundo.

2ª Timoteo 4:1-2 dice: “Requiero yo pues delante de Dios, y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar á los vivos y los muertos en su manifestación y en su reino. Que prediques la palabra; que instes á tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende; exhorta con toda paciencia y doctrina”.

Es nuestra responsabilidad entonces redarguir, reprender y exhortar a tiempo y fuera de tiempo, porque a los ángeles no ha sido encomendada esta tarea; tampoco a un grupo exclusivo de personas o líderes, sino a nosotros, los hijos de Dios, a la Iglesia de Cristo.

Al pueblo de Israel le fue ordenado entrar en la tierra prometida, destruir a todos sus moradores y jamás hacer alianza con ellos, porque de lo contrario terminarían cayendo en los mismos pecados de aquellos pueblos idólatras (Exodo 34:10-16). Pero el pueblo fue desobediente, se olvidó de las advertencias de Dios e hicieron alianzas con pueblos idólatras, y como resultado, vemos lo que exactamente Dios les indicó que pasaría.

Desobedecer a la orden que hoy Dios nos da, implica actuar como necios, pues si nuestro Dios que conoce todas las cosas, que muda los tiempos y las oportunidades, que quita reyes y pone reyes, que da la sabiduría a los sabios. Sabe que apartarse de los engaños de Satanás es lo mejor que debemos hacer.

¿Quiénes somos nosotros para cuestionar sus consejos?. Dios en su palabra lo gráfica muy claramente en el libro de Job, capítulos 38 al 41 ¿es sabio contender o cuestionar el consejo de Dios Omnipotente?

Necios es lo que somos, si no queremos obedecer a la palabra de Dios.

Pretextos pueden haber muchos para justificar nuestra negligencia, pero no debemos olvidar que un día el Señor demandará de cada uno de nosotros, todo aquello que debíamos haber hecho y no lo hicimos; todo aquello que debimos en su tiempo denunciar y escogimos callar.

No nos conviene edificar con vosotros

Todos dicen amar a Dios: mormones, judíos, testigos de Jehová, musulmanes, católicos, etc. Todos dicen servir al mismo Dios, pero en formas muy diferentes.

En Esdras 4:3 leemos lo siguiente: “Y díjoles Zorobabel, y Jesús, y los demás cabezas de los padres de Israel: No nos conviene edificar con vosotros…”
¿Por qué no aceptaron la ayuda ofrecida por los pueblos de los alrededores ?.. una ayuda para terminar la construcción les venía muy bien. Seguramente cualquier dirigente cristiano de hoy, si hubiese estado en la misma situación, tal vez lo habría aceptado. Esdras tenía un gran conocimiento de la Palabra de Dios y conocía muy bien la historia, por lo tanto lo hacía actuar con mucho celo, pues tenía muy claras las implicancias de sus decisiones sobre el pueblo.

Separación es el resultado natural de quien se entrega en las manos de Dios, por lo tanto, debemos rechazar cualquier “ayuda para construir juntos”. Al respecto, tenemos el ejemplo de Esdras, quien además de rechazar la ayuda, de una manera muy enérgica hace romper todos los matrimonios mixtos, y aunque pueda parecer severo o fanático, esto, libró a Israel de la idolatría en aquella oportunidad.

Esdras, como también Nehemías, hicieron algo muy importante, que marcó y determinó la forma que ellos actuaron y que hoy lamentablemente muchos no quieren entender y reconocer; me refiero a que ellos dedicaron tiempo a leer “el libro de la ley de Dios” claramente y pusieron el sentido, de modo que entendiesen la lectura. No lo hicieron una vez, sino durante siete días, lo que produjo arrepentimiento y consagración. Y por consiguiente el compromiso de separarse de todo aquello que les era perjudicial.

Si actuamos bajo nuestro propio parecer y no conforme al mandato de Dios, lo más seguro, es que en poco tiempo estaremos recibiendo la “ayuda” de aquellos que desean edificar para Dios con nosotros, pero lejos de la voluntad de Dios.

CONCLUSIÓN

Nos podrán tildar de obstinados, orgullosos, que queremos frenar el avance de las iglesias tal vez, podrán decir todo cuanto se les ocurra. Pero a la luz de la Palabra de Dios, hemos entendido que es nuestra responsabilidad hablar la verdad y separarnos de todo aquello que es perjudicial, para el crecimiento de la iglesia, de la pureza y propagación del verdadero evangelio.

Su palabra nos ha advertido de lo peligroso que es mantenerse unido a todo aquello que no es de Dios, a todo aquello que lo único que hará será destruirnos. Ante estas advertencias ¿qué debemos hacer?, ¿permanecer indiferentes y complacientes para quedar bien con los demás?, ¿hemos de ignorar el consejo de la Palabra de Dios?

No nos sintamos menoscabados ni menos avergonzados si alguien nos trata de exclusivistas, porque no lo somos. No estamos sirviendo a los hombres, sino al Señor; lo que hacemos es guardar fidelidad a quien nos dio tan grande Salvación y obedecer lo que por Su Palabra nos ha encomendado.

Que seamos tal vez impopulares en el ambiente evangélico de nuestro país, ¿acaso los profetas del Antiguo Testamento fueron populares, queridos y apreciados por el pueblo de Israel y sus reyes cuando les mostraban sus pecados?. En más de una oportunidad hemos escuchado decir: “La verdad duele”, por eso cuando hablemos y proclamemos la verdad a aquellos que no quieren entender que es necesario apartarse, seguro que se sentirán incómodos y molestos, porque no haremos otra cosa, sino, denunciar sus equivocaciones conforme a lo que Dios por su palabra nos muestra.

No nos preocupa si nos clasifican como fundamentalistas o seudofundamentalistas; fundamentalistas militantes o fundamentalistas moderados, fundamentalistas cerrados o abiertos. No nos estamos adjudicando la exclusividad de ser fieles a Dios y a Su Palabra, simplemente, hemos comprendido que lo mejor es salir y apartarnos de las cosas que perjudican el preservar puro el evangelio de nuestro Señor, y a su vez proclamar y alertar sobre dichos peligros.

“Porque no somos como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios: antes con sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo” 2ª Corintios 2:17.

Amén.

* El presente tema fue presentado en el 42º Congreso de la Confederación de Iglesias Evangélicas Fundamentalistas (CIEF), Valdivia, Chile en enero del 2002.
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